Foto genérica. Las colocaron desnudas, una al lado de la otra. Eran varias. Entre ellas había una cierta distancia para que pudieran cumplir con una orden: estirar los brazos y abrir las piernas hacia los lados. De repente, a una de ellas se le cayó algo de la vagina. Era un condón con dinero en su interior. Sucedió durante una de las inspecciones que los tratantes de Marcela solían hacerles sin previo aviso a las mujeres que explotaban sexualmente en Japón.
Llegué unos minutos tarde y la vi hablando con un hombre. Parecían adeudar un secreto. Pero me había antedicho que iba a ir a nuestra cita sola, así que me pareció extraño. A poca distancia, el macho la seguía. Le envié un informe a través de WhatsApp para avisarle que la estaba esperando y preguntarle si todo estaba bien.